En Argentina, entre el 12% y el 15% de los adolescentes padecen de anorexia o bulimia nerviosa, siendo el 90% de las afectadas mujeres y el 10% varones. Estos datos alarmantes surgen de numerosas investigaciones en las que se estudian diferentes psicopatologías asociadas y los factores sociales y familiares incidentes.
Según la Organización Mundial de la Salud
(2007), más de mil millones de personas adultas tienen sobrepeso y habría
aproximadamente unos trescientos millones de obesos en todo el mundo. Asimismo,
cifras de UNICEF estiman que dos mil millones de niños y adolescentes tienen
sobrepeso u obesidad.
En EE.UU., alrededor de siete millones de
mujeres y un millón de varones padecen de algún Trastorno de la Conducta
Alimentaria. Entre un 10% y un 25% de norteamericanos que sufren de anorexia
mueren a causa de esta enfermedad
En nuestro país, según el Centro de
Estudios sobre Nutrición Infantil (CESNI), la prevalencia de niños y
adolescentes argentinos que padecen de sobrepeso u obesidad es de dos millones
y medio. Según esta misma fuente, entre los niños en edad escolar el 12% es
obeso y el 30% tiene sobrepeso.
Según datos del Centro especializado en la
prevención, investigación y tratamiento de bulimia, anorexia y sobrepeso
(BACE), en la Argentina entre el 12% y el 15% de los adolescentes padecen de
anorexia o bulimia nerviosa, siendo el 90% de los afectados mujeres y el 10%
varones. Actualmente, la cantidad de varones con estos trastornos ha ido en
aumento.
Investigaciones actuales
En una investigación epidemiológica
realizada por nuestro equipo sobre conducta alimentaria, peso corporal y
conductas psicopatológicas asociadas (Quiroga, Zukerfeld y Zonis, 1997/8), en
una población de 207 adolescentes tardías entre 18 a 25 años, realizada en el
Servicio de Psicología Clínica de la Dirección de Salud y Asistencia Social de
la Universidad de Buenos Aires, se detectó que el 13% de la población
universitaria presentaba algún trastorno de la conducta alimentaria. El
propósito de esta investigación fue estudiar la relación existente entre
distintas conductas alimentarias, tales como dietas, atracones y autocontrol, y
el grado de incidencia y asociación que tenían estas conductas con el grado de
ansiedad, de alexitimia –o sea la dificultad para manifestar o percibir
emociones y sensaciones corporales– y otros factores psicopatológicos como la
baja autoestima, vinculada con la sensación de la propia ineficacia, la
desconfianza, el control de los impulsos, la inseguridad social, el ascetismo y
el temor a madurar. Los resultados mostraron que el 16% de esta población
padecía conductas dietantes, 4,3% conductas con atracones y 7,2% conductas de
autocontrol. El 22% presentó rasgos de ansiedad y el 17% de alexitimia. En el
subgrupo de dietantes, el 25% padecía atracones, pero en el subgrupo de
atracones el 90% hacía dietas. Este último subgrupo se manifestó con un claro
perfil psicopatológico, ya que en él el 100% cumplía los criterios para el
diagnóstico de trastorno de la conducta alimentaria y el 70% padecía de
ansiedad y en igual proporción de alexitimia. También en este subgrupo fue
significativamente mayor la presencia de ineficacia, confusión en el registro
de la interioridad, falta de control de los impulsos e inseguridad social. Se
concluyó que la conducta dietante es un factor importante a detectar
preventivamente, ya que se presenta como un preludio para el desarrollo de la
conducta con atracones y se puede transformar de alto riesgo si existen además
otras condiciones psicopatológicas vinculadas con la ansiedad difusa, la
alexitimia y la ineficacia.
En los años 2001-2002 y en el marco del
Programa de Psicología Clínica para Adolescentes (Quiroga y Vega, 2003), se
evaluó una muestra de 1720 adolescentes mujeres de 13 a 23 años en las escuelas
del distrito de Avellaneda. Su objetivo fue conocer la prevalencia de ambos
trastornos en una población no clínica y correlacionar los mismos con la edad,
el peso actual y el peso deseado. Los resultados obtenidos mostraron que el 25%
de esta población presentaba trastornos de la Imagen Corporal, el 19% tenía
Trastornos de la Conducta Alimentaria y el 11% era vulnerable a su desarrollo.
Estos valores aumentaban proporcionalmente con la edad, por lo cual se concluyó
que la adolescencia tardía era la fase con mayor patología manifiesta. Por otro
lado, se demostró que cuanto más delgada era la joven menor era su Trastorno
del Esquema Corporal, pero mayor el Trastorno de la Conducta Alimentaria. Si
bien el 60% de esta población total deseaba pesar menos de lo normalmente
esperable para su talla, solo el 8% tenía sobrepeso, es decir que a mayor
delgadez mayor era el deseo de disminuir su peso real.
En otra investigación (Quiroga y Cryan,
2002), realizada en una población clínica de 35 adolescentes femeninas de 18 a
25 años de edad que padecían de Bulimia Nerviosa y Trastorno por Atracón (BED)
y también llevada a cabo en la Universidad de Buenos Aires, se evaluó la
relación entre estos dos trastornos y la sintomatología depresiva. Los
resultados mostraron que el 71,4% de estas pacientes presentaba síntomas
depresivos francos. El 77% de las pacientes informó dificultades en la toma de
decisiones, ligado al factor de ineficacia y a la depresión, el 91% manifestó
preocupación por el esquema corporal y el 86% un sentimiento de autocrítica
elevado.
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