Mi nombre es Maite, soy de Madrid, tengo 53
años, soy familiar de un adicto alcohólico, tengo dos hijos de 29 y 23 años. En
mi vida he tenido momentos buenos y momentos malos. De pequeña sufrí malos
tratos por parte de mi padre, él no era alcohólico pero era muy estricto, había
vivido otra época y nos pegaba.
Esa experiencia influyó en mi carácter, con
39 años sufrí una anorexia restrictiva que mi hizo estar tres veces ingresada
en el Hospital de Ciudad Real. A raíz de eso también tengo depresión crónica, trastorno
por ansiedad y una incapacidad permanente total. Mi carácter ha cambiado
bastante, era una persona alegre, normal, iba al trabajo encantada, siempre
estaba gastando bromas con mis compañeros y me he vuelto más retraída y más
seria. Tengo mucha dependencia de las personas, de mi hijo, mi marido…
Hay momentos que por el trastorno límite de
la personalidad me dan ataques de rabia, soy capaz de odiar a muerte a mi
marido, luego me arrepiento pero no lo puedo evitar. Se supone que puede ser
debido a haber recibido malos tratos de pequeña. No he podido superarlo. En un
día puedo tener varios cambios de humor, puedo levantarme muy bien y por la
tarde estar muy mal. También tengo diagnosticada depresión crónica con
intentos de suicidio y trastorno de ansiedad.
A partir del desarrollo, empecé a engordar
y tenía mucho complejo de que estaba gorda, hice muchos regímenes y en uno me
di cuenta que podía adelgazar yo sola, sin ayuda y como vi que podía, cada vez
comía menos y menos y como resultado, en menos de una año perdí 50 kilos.
En ese momento me puse en manos de
psicólogos y médicos en la Unidad de Trastornos de la Alimentación de Toledo, a
través de mi médico de cabecera. Llevo doce años con tratamiento. Cuando me dan
los bajones, me pongo muy triste y necesito ingresar en el Hospital Provincial
de Toledo.
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